10.02.2006

temporalidad de lo relativo

Alumbra el sol gèlido
los rìos de mediocridad infinita,
dejando ver los mazos de oportunidades
y justo en el nocturno amancecer
una carta me elige,
enseñandome a respirar
en la rapidez esquizoide de la actualidad.

Y las manecillas no se mueven
ni en seis ni en siete,
es asì que resguardo lo que tengo
con miedo a que se valla
la tarde matutina
que alivia mi caída,
y las pétreas manecillas
que todos miran,
tiemblan de infelicidad
al descansar.

Oigo una llamada
recitada quizàs en salmos pasajeros
que anuncian la llegada
del tiempo fugaz y lento.
Así en tardes estrelladas
corro desesperado
por temor al cambio
que la decimotercera carta
puede generar en mi conciencia.
Ya que en los sueños reales
entiendo y me enamoro
de la vida y sus extraños pasos
que confunden todo.

Pero la luminosa luna ascendente gime
entregandome sobrios secretos
que resguardo pronunciando tu nombre
y en momentos como aquellos
las manecillas aprovechan
de olvidar las posibilidades extraviadas
mientras que de una letal apuñalada
mi cuerpo y mi ser
despiertan por ultima vez.